Singer nació a la hora de la siesta, en un hostal de Belfast en el que me alojé una noche de julio de 2013.
Mientras descansaba en una habitación compartida llena de literas, mi cabeza me bombardeaba con esos pensamientos que existen cuando estás cerca de conciliar el sueño. En esta ocasión no logré dormirme. Como tantas veces, la música se adentraba en mi intento por soñar, provocando que tuviera que hacerlo despierto. Ideas y sentimientos se mezclaban para intentar decirme algo. Y poco a poco fui reflexionando sobre lo que estaba ocurriendo.
La educación recibida fundamentalmente de mi familia y mis ganas de progresar día a día han hecho que desde hace algún tiempo diera gran importancia a mi personalidad, siempre mejorable.
Aprendí que los años, la experiencia y también el cometer errores nos hacen ir eligiendo cómo queremos ser y no ser, en qué queremos emplear nuestro tiempo y por qué metas deseamos luchar. Nos relacionamos con las personas, dándonos cuenta acertada o equivocadamente de quiénes nos hacen más felices en unos aspectos y quiénes en otros, decidiendo cómo formar con ellas nuestro pequeño gran círculo de felicidad personal, el cual no termina teniendo el mismo diámetro que al principio.
Los valores humanos son determinantes dentro de ese círculo, del de los demás y del que engloba a todas las personas del mundo en el que vivimos. Cantidad de conceptos, cada uno con su significado, y todos ellos con una enseñanza profunda y una aplicación aparentemente sencilla.
En mi vida siempre ha estado presente la música. Desde que era pequeño mis padres trataban de inculcarnos a mis hermanos y a mí esa materia tan importante, intentando que tocáramos instrumentos y disfrutáramos cantando. Esto último era lo que más me gustaba y así lo fui practicando a medida que fui creciendo.
De niño cantaba en un coro con mi madre y siendo un adolescente desarrollé activamente la que se estaba convirtiendo en mi pasión, en un grupo de música de pop-rock formado por mi hermano, mi primo y dos amigos.
Con el paso de los años logramos gestionarnos, sin apenas recursos, un disco y una gira de promoción que nosotros mismos preparamos, demostrándonos que nuestras ganas nos hacían capaces de cumplir objetivos que parecían estar muy por encima de nuestras posibilidades.
En período de gira, un día de diciembre de 2012, en la ducha de mi casa surgió en mí una idea para unir de forma nueva dos conceptos: valores humanos y música. Una locura que cuando llegó a mi mente me asustó. Aunque de poco sirvió, porque no podía evitar querer realizarla.
Tocábamos con el grupo el 20 de enero de 2013 en Madrid y el 8 de febrero en Barcelona, continuando con nuestra gira a la cual llamamos «Caminando hacia adelante», bautizada así por el nombre de nuestro disco Caminando.
Aun no teniendo ninguna experiencia en andar trayectos largos, me inventé un reto personal en el que intentaría llegar desde Guadalajara (la ciudad donde nací) a Barcelona caminando, para dar un concierto el día de mi llegada, enlazándolo así al nombre de nuestro disco y a lo que quería transmitir con la aventura. Había 19 días completos desde el día después del concierto de Madrid hasta el de Barcelona. Y dividiendo los aproximadamente 600 kilómetros que separan por vías más o menos transitables las dos ciudades entendí que tenía que recorrer más de 30 diarios en pleno invierno, para llegar a Barcelona el mismo día en el que tenía que cantar.
Después de convencer a mis familiares decidí, con la ayuda de algunas personas que me apoyarían, intentar llevar a cabo el desafío de una forma particular.
#19DíasCaminando comenzó un lunes 21 de enero de 2013. Fue una historia que casi sin medios, traté de hacer audiovisual, autofilmándome durante el recorrido con el objetivo de compartir mis vivencias día a día, editando a mi llegada en cada etapa el vídeo grabado diariamente, para subir el «capítulo» a internet durante la mañana siguiente e inmediatamente volver a caminar. Una práctica que reducía mis horas de sueño a unas 4 de media cada noche.
En cada uno de esos 19 días, yo también contaba mis aventuras con el teléfono móvil vía redes sociales. Y cada día era bautizado por mí con el nombre de un valor humano, el cual era propuesto en las redes para premiar a las personas que lo definían o comentaban de una manera más especial. Cantidad de comentarios quedaron reflejados, en los cuales los participantes hablaban de valores con la naturalidad inusual de un tema que se creía olvidado. Esta circunstancia me impulsaba en mi camino.
19 valores, sumados a otros 4 propuestos antes de empezar, que definían la aventura de forma íntegra. En total, 23 conceptos que considero, junto a otros, esenciales en cualquier aspecto de la vida.
Se acabó la gira y pausamos de forma indefinida la actividad con el grupo.
En verano, hice las maletas en busca de nuevas experiencias, otras culturas, otro idioma, otras costumbres…
Viajé a Manchester (Reino Unido). Desde allí cogí un vuelo a Belfast (Irlanda del Norte) para alojarme en un pueblo cercano llamado Portadown. Y por último decidí marcharme a Sligo (República de Irlanda).
En el transcurso entre el segundo y el tercer destino tenía que pasar una noche en Belfast para desde ahí salir en autobús al día siguiente dirección Sligo.
Julio de 2013 a la hora de la siesta en un hostal de Belfast
Se me ocurrió la manera de llevar a cabo un proyecto musical en el que pudiera expresar mis pensamientos y sentimientos en cualquier lugar sin necesidad de que la industria del sector me acompañara, dándole más protagonismo al público y transmitiendo ideas humanas en dos idiomas para poder ser entendido más allá de mis fronteras.
Canciones en las que habría voz, instrumentación y percusión, siendo grabadas y en un inicio interpretadas en su forma más pura y desnuda: voz, guitarra acústica y palmas.
La guitarra se utilizaría para acompañar a la voz y la voz sería la pieza clave, realizando su cometido e interpretando los que podrían haber sido «solos» instrumentales.
Estos solos, que en este sistema serían vocales, se tararearían o vocearían al utilizarse las sílabas «Na Na» y «Uo Oh», para convertirse esas partes de la canción en un estribillo final en el que se desvelaría parte del mensaje, precedido por estrofas repletas de contenido que difundir.
Con este sistema titulado «Tarareo System», las canciones (o parte de ellas) podrían ser cantadas sin prácticamente haber sido antes escuchadas.
El disco se distribuiría por internet en todo el mundo a través de plataformas digitales, pudiendo ser escuchado y descargado en formato reducido MP3 en la web singercantante.com, con la posibilidad también de ser adquirido físicamente, en formato de máxima calidad de sonido (WAV).
Además, se crearía también un libro en el que poder profundizar de forma personal, favoreciendo el entendimiento, el refuerzo y la práctica de estos y otros valores.
Habría vídeos de todas las canciones en los que leer la letra, conocer el acorde que la guitarra interpreta y el ritmo de palmas de la canción. Se tendría en cuenta que, al estar grabada en su forma más sencilla, se podría interpretar fácilmente en su modo original o añadir armonías, acompañándola con cualquier instrumento o voces.
La actividad en directo comenzaría siendo en cualquier sitio en el que se permitiera un altavoz a pilas y en el que, con guitarra y voz, se pudiera reproducir lo que suena en el disco, dando la oportunidad a quien esté alrededor de sentirse protagonista cantando y aportando percusión con palmas, como si de un/a componente más se tratara.
Un proyecto inspirado en las personas y en sus cualidades. Una idea con la que tratar de unir al mundo mediante mensajes positivos y melodías. Un plan creado para demostrar que todos somos musicales y sabemos ser humanos.